ASALTO A LA NOCHE CHAPINA
Nos fuimos al sur, uno de esos viajes importantes en tu vida. Nos fuimos llenamos un patio de papel por unos días y preparamos todo. Para hacerlo más especial le pusimos velas, llenamos una carreta de helados y encargamos comida de ceremonia, no quisimos pollo a la fulefú y sopa de cilantro, quisimos que fuera la salsa de nuestras tierras la que amenizara la noche.
Llegó el día, nos vestimos de fiesta como se tiene que hacer en esos días especiales, botones de colores en la solapa y un blanco perfecto, largo y un poco vaporoso. Nuestros amigos, nuestra familia, nuestro futuro por delante, todos fueron testigos de lo que ocurría, mientras intercambiamos esas ideas que nos guardamos por unos meses. Fuimos a la iglesia para que Chucho chapín nos diera la bendición y después se vino la bailadera y la tomadera y las risas, saltos o lagrimas en pocas cantidades que nos acompañaron en esa primavera chapina. Sonó el amor violento, la luna de Xelajú y vi bailar a esa mujer junto a su padre, sin poder dejar de sacar la lagrimita correspondiente.
Ahora soy vos, soy pues, soy pisto y soy un poco más shute, ahora vivimos al sur, pero de la ciudad. Regresamos al origen, a ese pueblo urbanizado que vende quesadillas y jugo por las mañanas, a la casa de la palma.
Me reconozco en esa nueva realidad, rodeada de jardín y de nuevos proyectos. Esperamos a Mikel pero con calma, para que llegue en el momento justo, para que lo podamos recibir como se debe, y nos preparamos para eso.
Tengo dos meses de estar casado, pero tengo años de saber que algo así de bueno me esperaba.
Les dejó un pequeño testimonio de ese día tan especial, de esos olores, colores y sensaciones que te sorprendes, incluso cuando los recuerdas mientras escribes y trabajas desde El Salvador, estando por primera vez lejos y esperando la vuelta como una espera de algo que define los futuros.