como gritara el buen sinuhé en medio del zócalo frente a Manu Chao: PROXIMA ESTACIÓN ESPERANZA!!!!!


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martes, enero 15, 2013

EL MEJOR REGALO DEL MUNDO


Seis de la mañana, la casa está tranquila y silenciosa porque quienes la ocupan se están recuperando aun de la fiesta del día anterior para despedir el año que se va. Abro el ojo pelado y me muevo de puntitas, con la suficiente precaución para no hacer ruido y me griten que debo de estar dormido.

Bajo las escaleras poco a poco, descalzo para evitar sonidos y el suelo frío me recorre la planta del pié. Tengo una táctica que es prender la TV y poner el mute enseguida para después irle bajando el volumen y dejarlo apenas audible. Me preparo un chocolate y una cobija y listo: Desfile de las Rosas ahí estamos.

Ésta fue una escena recurrente cada primero de año durante toda mi infancia, después del desfile mi papá me acompañaba a una maratón de tazones colegiales durante el día, que hartaba a mi hermano y fastidiaba a mi mamá.

Este año fue distinto, 5 AM (que en realidad eran 3 AM pero esa es otra historia) unos ojos grandes me despiertan y me dicen: despierta manguito ya hay que bañarnos. Un día antes no hubo fiesta y el escenario es distinto; nos encontramos en Agoura Hills, CA lejos de los festejos de año nuevo tradicionales y la razón es sencilla, esta vez la experiencia será EN VIVO.

Mi Mariana me ha regalado la oportunidad de hacerlo, de vivir la experiencia en vivo y a todo color, pero me ha regalado algo más… la posibilidad de hacer un sueño realidad.

La experiencia tuvo de todo, largas caminatas, compras fallidas, catfish, cervezas, gritos, emoción y bandas, siempre las bandas cubriéndolo todo de música que sólo podía escuchar de fondo y que ahora puedo ver. Una de las cosas más increíbles de esto fue ponerle 5 sentidos a este sueño, ponerle el amor de por medio.

Al final gana Stanford, celebramos y la banda del arbolito se queda a tocar para los aficionados que quedamos en el estadio. Nos acercamos y los escuchamos sonrientes, un nudo en la garganta de esos fuertes, casi tan fuerte como el vacío en el estómago cuando me dieron la noticia. Algo se había hecho real, no podía creer que había estado ahí, pero sobre todo… no podía creer que tú estabas junto a mí.

Gracias por darme el mejor regalo del mundo: tu amor.



Sona ara: Una décima de segundo – Antonio Vega