mi querida... ANA

un blog rústico y sin links

Hace ya un rato que no puedo leerme un libro enterito y de corrido, con esa sensación de que no puedes dejar de leer. Dan las tres de la mañana y la lampara sigue prendida; el café está muy tibio, tirándole a frio, y simplemente no puedes parar.

Es emocionante, sientes algo en el estómago y ...bueno el caso es que hace un rato que no siento eso (el orgasmo literario). La última vez que lo experimenté fue en el aun friolento marzo de la ciudad condal.

Ana Frank me contaba todas las tardes, que se convertían en noches, su exilio y cautiverio, sus romances y corajes, sus días comunes. Mientras lo hacía me fumaba un cigarro, calentaba más café y las páginas seguían hasta que el frío o el sueño las vencía.

Pienso curiosamente que lo suyo era como un blog que no pretendía ser leído, pero que de pronto se volvió exageradamente visitado. El destino de aquel libro fue perderlo a un capítulo de terminarlo; quedó olvidado en un ferrocarril, aunque prefiero pensar que fui el link para que alguién más entrara a ese fascinante blog.