POST TARDÍO SOBRE EL PARAISO
(Nota al lector: este post resulta falto de actualidad, pero las oficinas con Fortinet resultan así)
PRIMER DÍA EN EL PARAISO
Leí el post – carta de recomendación y buenos deseos – del Chanfle para su carnal, a manera de presentación e introducción al paraíso. No pude evitar pensar en ese primer día a poco más de ocho años luz, el día que entré a
Por años pensé en
Durante mi proceso de elección de escuela nunca reparé en distancias, digamos que fue un factor X al que le resté importancia. Todo el tramiteo de papeles lo hice a distancia, era como inscribirme a una escuela por correo, siendo mi hermano el cartero oficial. Nunca me paré en Santa Fe hasta que hice el examen para entrar, si bien el camino fue largo, pensé que después de ir a la escuela en bicicleta por 3 años toda distancia me parecía ridículamente grande (ohhh grave error!).
Pues bien, no reparé en distancias hasta el primer día de clases. Cuatro y media de la mañana y el despertador sonaba en mi recámara como un rotomartillo escupiendo caballos de fuerza dentro de mi cabeza. Ojito abierto, sólo para comprobar que no había luz, no había ruido, no había nada, sólo obscuridad y gente dormida. Entendí en ese momento que Coapa y Santa Fé tenían incluso distintos husos horarios.
Baño vaquero de por medio, un yogurt y a la aventura universitaria. Afortunadamente una chica muy guapa (no sé cómo le hice, mis encantos adolescentiles quizá) me había ofrecido transporte, lo cuál no hacía más soleado el trayecto. Cinco de la mañana y cual gatos mojados a transitar por una ciudad que ya había despertado.
Llegué a clase de siete con Labarthe, buen hombre, pausado y hasta cierto punto simpático, sobretodo considerando la hora. Sin duda, la primera impresión nunca se olvida: un salón lleno de chicas!
En efecto, mi grupo estaba compuesto de veintitantas chicas y cuatro chalanes, yo incluido. La variedad era por demás curiosa, barbies con ese olor a fresita mañanera que menciona Chanfle, freaks con gorrito de impermeable (inexplicable), chicas guapas pero normales, chicas normales y también chicas feas. El señor nos abría un abanico de posibilidades, para todos los gustos y presupuestos.
Recuerdo algo que pensé al salir de clase e ir a la famosa y hasta mítica Fuente (cuando tienes dieciocho, cualquier cosa puede adquirir el carácter de mítico), no era una fuente impresionante, era más un pinchurriento chorrito rodeado de tipos de la carrera y me dije: “Todos los desadaptados y freaks están aquí, gracias Dios mío, gracias”.
Dejaba de ser el raro de mi generación para ser parte del montón, esa seguridad de pertenencia la agradecía de sobremanera. Si bien luego te das cuenta que nanai, que no tanto, me gustaba saber que en esta escuela rodeada de bellezas, también estaba cool ser raro, es más era vendedor.
Yo, venido del sistema TEC al cual había desertado, necesitaba saber que había gente que no quería ser ingeniero, que no llevaba la verdad bajo el brazo en forma de laptop y que no se comía eso del “desarrollo emprendedor”.
Mi regreso de ese día escolar fue largo y agradable, sabía que mi decisión había sido la correcta. Como bien dice mi compadre Chanfle, es una gran cáscara reluciente y bonita (para encontrar la definición de cáscara, remitirse al post original de esto) pero lo de adentro me supo mejor. Lo de adentro estaba compuesto de desayunos de chilaquiles y huevos con chorizo, de discusiones sobre la realidad que pesa a la realidad, por pláticas filosóficas que componen al mundo, de referencias impronunciables jugando papelitos, incluso por un profesor italiano con look de Santo Clos que me impresionó al concluir su clase de ética y comunicación con la frase: “… y por eso es que la verdad nos hará libres”, nunca mejor dicha y explicada. Lo de adentro traía el jugo que ataranta.
No sólo me enamoré, viaje, me divertí, me embriagué y conocí a gente por demás relevante en mi vida, el señor Chanfle entre ellos. Puedo decir sin temor a equivocarme, que hasta ahora han sido los días más felices de mi vida.
Sona ara: Beirut - Gulag Orkestar