DE NERUDA Y OTROS CINCO...
Aquí se quedó tu casa, centrada en los montes de Santiago, un pequeño río pasa por ella; dejaste las láminas puestas y la luz prendida para escuchar el mar y la lluvia, porque parece que recuerda que las cosas marchan. Desde esos balcones seguramente se queda usted viendo las cordilleras, animando pues por quienes pasean por ellas. Fue tan grato verlo, saberlo próximo y perdido con su tierra tan arraigada, quién lo hubiera visto caminar por sus calles. Todo se cambia, las letras las formas de alguien conocido, que tiene a esas mismas cordilleras y ese viento frio de invierno como compañero de una soledad compartida. Ahora son ellas las que le sirven a él, como complices de eso que nos habrá de contar.
Ahora otro vuelve de los valles, más cercano más teórico y sonriendo, una cerveza por delante y las cosas están en su lugar, ahora mueve cosas distintas; se mueven juntos y ella no tiene reparos, platica con algo más interno que las viceras a secas.
Él vive apartado con las columnas abigarradas como complices para recargarse cuando está cansado, camina a tientas y se detiene para mirar, es heredero de una ciudad para contar sus historias propias. Y ella lo espera, con demasiada paciencia y complicidad, algo más allá de los verbos sucede entre ellos y sólo ellos lo comprenden, parece el destino quizá, pero solo ellos lo podrán decir, a mi me basta con sentarme y contemplar a todos.
*fotos: "robadas" de Hablah!