UNA GRAN BORRACHERA... VISUAL
Así es, de vuelta y con un cansancio a cuestas. Y es que ahora si tengo un buen pretexto para no escribir, y es que la realidad (esa que aparece cuando no estoy cerca de las computadoras) esa me ganó. Fueron tres, tres templos llenos de su voz o de sus gritos ahogados, escondido entre las multitudes opacas iluminadas tan sólo por las centellas de un celular o un encendedor.
Una semana y tachamos a tres de la lista como dice mi carnalito el Xun, primero los irlandeses peleadores, un poco comercializados de más, de cenas con Salma y amigos de Camil, pero después el coloso se oscureció y se veía enorme, me sentí muy pequeño frente a esas montañas a las que no les presto mucha atención, y que de pronto aparecieron en un atardecer algo extraño, vislumbrando algo grande; tan grande como el sonido que de ese lugar salió.
Después llegó la estación esperanza, algo grande con mucho sentimiento se paró frente a nosotros. Los saltos y gritos nos separaron, pero el destino o el instinto nos volvieron a reunir. un domo de cobre fue el techo que cubrió el sonido. Muchos recuerdos, un soundtrack que siempre estuvo presente me llevó de vuelta al Zócalo, a Real de Guadalupe y a Escudellers. A todos estos sitios en una misma estación, banderas, algo de demagogia y guiris ambulantes, pero nada nubló la noche, esa voz nos ha acompañado otras tantas a nosotros cuatro (ustedes saben quiénes son).
Por último llegaron sus Satánicas Majestades, con su lengua experimentada repasó cada una de sus joyas. Experimentados cual reyes ostentosos y ancianos, se pasearon cadenciosos mientras sus igualmente ancianos súbditos llacian con cada golpe asestado a esos recuerdos perdidos, lo presagiaba la señora que me comentaba "yo crecí con ellos..." mientras se le hacian agua los ojos. Una y varias veces hicieron incendiar el lugar, para al final dejarnos satisfechos.
Y así han pasado los últimos días, en medio de un caos laboral, en medio de lo que se podía comer, dormir y esperar. Me rencontré con ese señor a quién extrañaba, y con muchas memorias. Y se te vienen los recuerdos de inumerables nostalgias que de a poco se van perdiendo. Hoy se fue el compañero François, con la maleta llena de este país y con un abrazo muy grande de todos los que sinceramente se lo regalamos como la mejor moneda de cambio que esta tierra
puede ofrecer.