FIUUUUUUUU!

Escenario: siete de la tarde (por fin un día saliendo a la hora que me corresponde de la oficina), un frío con lluvia de esas chingaquedito y un cielo que amenaza con caerse dentro de poco. Luz de media tarde con aproximádamente veinte minutos para que se vaya; y por último una pata mala patrocinada por el señor Diego Luna (sí el actor), que tuvo a bien dejarme un recuerdito futbolero en la espinilla el día lunes.

Creo que una de las llamadas más jodidas que le puedes hacer a tus padres es la de: vengan porque choqué, ayer descubrí que hay una más manchada: me robaron el coche, ¿qué hago?!!. Y ese es uno de los problemas cuando uno no maneja y de pronto comienza a hacerlo. Para aquellos que no lo sepan, trabajo en Guadalupe Inn, una colonia llena de oficinas y oficinistas, donde todas las calles se parecen, donde los nombres de las mismas no nos llevan a ninguna referencia conocida (Arturo Pérez G., Gonzalo Ruduy y otras del estilo).

Y es que una cosa es que no recuerdes bien dónde dejaste el auto, y otra muy distinta es que después de dos horas de estar caminando por la colonia, no lo encuentres. Y en efecto llegué a ese punto, donde la "jodida" línea de Locatel no me sirvió de nada, más que acabarme el crédito del teléfono, donde el chispeadero se convirtió en lluvia con todas las de la ley, y lo único que me hacia seguir caminando era el apuro por no tener que hacer esa llamada.

Finalmente después de dos horas con quince minutos, es decir las nueve y cuarto de la noche, cuando ya veía todas las calles del mismo modo, literalmente me topé con el auto... fiuuuuuuu!