Y NOMÁS NO APRENDO...

Últimamente viajo mucho, y en efecto ahora tengo mis mañitas pa viajar mas cómodo, por ejemplo el no llevar monedas es una gran ventaja a la hora que pasas la aduana, el quitarte todo lo de metal antes de pasar por el detector, ponerme la chamarrita con cangurera integrada pa meter todo ahí y ya nomás pasar rápido, no olvidar llevar algo pa la lluvia, ni olvidar que necesito bronceador porque me achicharro, llevar el traje de baño (uno nunca sabe cuando se pueda ofrecer), etc, etc, etc.

Pero si algo no he aprendido y definitivamente tampoco la gente de administración de mi oficina, es que los vuelos muy temprano no son lo mio. Son las tres cuarenta y ocho de la tarde y mientras posiblemente me debería de estar besuqueando en la Ciudad de México, me encuentro medio crudo, medio cansado y medio dormido en el bonito aeropuerto de la Milenaria Ciudad de Lima capital del imperio inca y de la Inca Cola.

Ok, ya una vez me había pasado con Juanito (a.k.a. XUN) en Argentina, eso de "nos tenemos que parar temprano mano" porque nos íbamos a Uruguay. Obviamente la mejor idea que se nos ocurrió fue la de beber y de ahí el en-vivazo. Pero obviamente eso no sucedió, bueno sí bebimos como cosacos y luego nos quedamos dormidos. Pero sobretodo recurrí a una frase de la que debo de apartarme "... tu duérmete un ratito... yo te despierto" asumiéndome como todo un machín que no se vencía ante el sueño desmañanador. De ahí corte a (ahhh que mamona expresión pero para los términos narrativos de este post funciona) Juanito que me despierta, yo todavía con mi cara de babas le pregunto que qué se trae, y me dice: "no mames nos quedamos dormidos" yo todavía hice cara de WHAT y de ahí me cayó el veinte de que en ese momento deberíamos haber estado en un buque camino al bonito país de Benedetti.

¿Y a qué viene esa bonita explicación de mi experiencia?, pues a que me volvió a pasar. Tenía que estar a las tres cincuenta de la mañana en el aeropuerto, eran las diez de la noche y como las canciones de Sabina ya me comenzaban a pegar mucho en el orgullo y las nostalgias, me dije bajemos al bar a beber algo. Lo hice, estuve bebiendo y me dije, no duermas así aplicamos el en-vivazo y aseguramos llegar al aeropuerto. Me aceurdo del último Pisco que el buen Julio (barman del hotel) me sirvió y de cómo platicaba con su primo que no sé de dónde salió. Recuerdo ahora que me fui sin pagar ni un sol, llegué al cuarto y según yo sólo me senté en la cama.

PUM ZAZ CUASH y yo como ido, me hablaron por teléfono, me buscaron en mi cuarto y yo no daba señales de vida. Por fin contesto el teléfono, y diciéndome que me habían estado llamando desde las tres de la mañana y yo nada, según yo eran las cuatro, me dije: chale si me apuro llego.

Cuando bajé a la recepción me di cuenta de que no eran las cuatro de la mañana sino las siete de la mañana, y que nuevamente mi táctica de "yo machin que soy me quedo despierto" no funcionó.

Me quedan dos dudas:

Duda 1: En qué momento me salí del bar del hotel

Duda 2: Por qué diablos los del hotel sabían a qué hora salía mi avión y me trataron de despertar (detalle amable pero medio freacky pues nunca se los dije)

En fin el chistecito me va a salir en unos dólarucos y por lo pronto llevo todo el día en el aeropuerto esperando por el siguiente vuelo a México a las nueve pinches de la noche, sin dinero local, con un cansancio de cojones y con una sesión de sueño de pasillo (apliqué la vagabundesca pose de tirarme en el pasillo a falta de un mejor lugar).

Sabía que algo iba a pasar... lo sabía

Sona ara: Y nos dieron las diez - El irónico señor Sabina